primer premio
plaza boedo es un proyecto de los arquitectos:
leonardo cabral . paz castillo . carolina kogan
colaborador: eric chen
¿Cuál debiera ser el carácter de una plaza que a diferencia de la mayoría de las plazas barriales de Buenos Aires no nació como plaza?
Más aún, una plaza que en parte seguirá siendo manzana construida: sobre la calle Virrey Liniers , el frente perfectamente consolidado de fachadas típicas de barrio de uno o dos niveles, nada nos anuncia de la futura presencia de un espacio público abierto a sus espaldas.
Las construcciones sobre Carlos Calvo y Estados Unidos tampoco dan señales particulares al respecto, nunca se pensaron a si mismas como frentes a plaza. Las torres de Sanchez de Loria apenas reconocen que hay un barrio con memoria allá abajo…
¿Cuánto de estas preexistencias se modificará en el tiempo con la nueva plaza? ¿Debiera el espacio público asumir de alguna manera esto como condición? ¿Debiera proponerse transformarlas? ¿Qué significará en un futuro la plaza para el barrio? ¿Estarán las torres construidas anticipando un otro destino?
Los bares típicos, los centros culturales barriales, las asociaciones vecinales, la avenida Boedo con su folklore de tango parecen traccionar en sentido contrario: quieren barrio. Basta recorrer a vuelo de pájaro la cuadrícula para reconocer el peso de la trama, su textura tupida, el poco agujero, el patio pequeño, la ausencia de centro libre de manzana…algunos accidentes le ocurren a esta manta que aún así sigue pidiendo barrio…
Pero, ¿dónde está su memoria?
¿Está en los vecinos? ¿En los que se fueron? ¿En los que están? ¿En los que vendrán para continuarla?
¿En los bares? ¿En los centros culturales? ¿En el olor a tango? ¿En su literatura de algún tiempo de bordes?
¿Cómo puede la arquitectura retener una memoria que apenas puede ser ubicada físicamente, que no ocupa un lugar preciso?
Si el barrio pide barrio, pero esta vez en forma de plaza, quizás pida ese lugar donde radicar de alguna manera su memoria, su memoria de barrio.
Y acá aparece de vuelta esa manzana indecisa, mitad barrio, mitad plaza. Tiene marcado el destino en su espalda…
Reconociéndolo, el nuevo proyecto imprime en la superficie del predio la traza del barrio que en él nunca pudo ser y que de esta manera ahora recupera. Pero lo recupera como lugar abierto, invirtiendo la relación de grises y verdes impresa en las manzanas que lo circundan, devolviendo junto a su memoria de barrio, el espacio verde que viene pidiendo a gritos… Devolviendo el lugar para sus asambleas, festejos, paseos, juegos y ferias.