concurso una casa

noviembre, 2015.

When your house contains such a complex of piping, flues, ducts, wires, lights, inlets, outlets, ovens, sinks, refuse disposers, hi-fi reverberators, antennae, conduits, freezers, heaterswhen it contains so many services that the hardware could stand up by itself without any assistance from the house, why have a house to hold it up?

En 1965, Reyner Banham ironizaba con la idea de la no-casa en su artículo “A home is not a house”, ante la rotunda evidencia de la invasión de los servicios mecánicos en la casa norteamericana. Esta observación lo llevó a imaginar un “paquete unitario para un alto standard de vida” –cuyas funciones reconocía ya realizadas en gran medida, en el automóvil- donde todas las necesidades de la vida cotidiana fueran resueltas con sólo “enchufarse” a una boca proveedora de energía. Apenas una membrana –insuflada por el mismo paquete- sería necesaria para guarecer el interior de las inclemencias del tiempo. Con esta hipótesis provocativa, la casa era llevada al límite de su desaparición, y con ella, la de la propia arquitectura.

 

A cincuenta años de esta propuesta seguimos preguntándonos por la casa y los modos de vida contemporáneos. Pensar el habitar hoy, es pensar, sin lugar a dudas, en este complejo de “cañerías” al que refería Banham reconociendo el rol de la tecnología en la vida doméstica –aunque algo mas sofisticada hoy que en ese entoncespero también es pensar en todos aquellos valores que sigue implicando la casa y lo que ella resguarda.








La casa, para satisfacer los modos de vida de hoy, debe permitir “enchufar” flexiblemente todo dispositivo que lo necesite, pero debe, fundamentalmente, resguardar los afectos materiales que acompañan nuestra vida cotidiana.
Un armazón –conformado por cuanta “cañería” fuera necesaria– podría ser el soporte de todo el mobiliario doméstico y también de aquellos “objetos de afecto”[1] que constituyeran nuestra arca contemporánea.



[1] Aldo Rossi: “La arquitectura análoga”. En Revista 2c.