Plaza Boedo

Postulación a la BIA-AR 2016


Proyecto: Arq. Paz Castillo | Mgtr. Arq. Carolina Kogan | Arq. Leonardo Cabral 
Colaboradores: Arq. Mariano Sosa | Arq. Florencia Spina | Eric Chen
Asesores: Ing. Fernando Gonzalez, Paisajismo | Ing. Santos, Estructuras | Estudio Rigacci-Riesco, Iluminación | Estudio BSB, Hidráulica | Ing. Chalkho, Agrimensura


El proyecto surgió de la pregunta por el carácter que debía definir a una nueva plaza barrial de la Ciudad de Buenos Aires que no había tenido –como sucediera con la mayoría de las plazas identificadas con los barrios porteños– un origen como plaza. De hecho, el lado de la manzana delimitado por la calle Virrey Liniers, seguiría estando marcado por el loteo original: una sucesión paralela de lotes de 8,66mts por una profundidad promedio de 27mts.
El terreno atípico de 97mts x 107mts sobre el que se construiría la plaza, había sido originalmente una estación de tranvía y luego había pertenecido a una empresa de transporte hasta quedar totalmente abandonado, situación que se extendió durante décadas.
Dada esta condición original, ninguna situación particular de los lotes frentistas a la futura plaza sugería naturalmente su presencia.
La demanda de que la futura plaza permitiera radicar de alguna manera la memoria del barrio de Boedo, derivó en otra serie de preguntas respecto de la posibilidad de la arquitectura de retener una memoria, que escurridiza como toda memoria, era difícil de ubicar físicamente. Memoria que de alguna manera residía, disgregada, en los bares típicos de la Av. Boedo, en el tango, en la literatura, en los centros culturales, en la casa chorizo, en la vereda, en los vecinos, quizás resumida en la propia condición de barrio.
Al recorrer la cuadrícula a vuelo de pájaro, se sigue reconociendo el peso de la trama construida: baja, densa y homogénea, de textura cerrada, con patios pequeños, sin centro libre de manzana. Alguna torre emerge excepcionalmente de esta urdimbre.
La constante transformación y densificación de la ciudad no indicaba que esta condición se mantuviera por largo tiempo.
Es así que la plaza se pensó como huella de un modo del barrio “en vías de extinción”, como impresión superficial de la trama de ese barrio cuya memoria así podría formalizar. Pero lo haría como lugar abierto, invirtiendo las proporciones de grises (lo construido) y verdes (patios) de las manzanas circundantes.





















Los grises
Sutiles diferenciaciones de solados de pavimento de hormigón texturado dan cuenta de los matices de la trama que refiere al tejido construido circundante, y permiten organizar las distintas actividades que pueden darse simultáneamente en la plaza.
Un anfiteatro informal queda definido en el despliegue en vertical de la misma trama de piso.
Piezas especiales de hormigón premoldeado para sentarse o recostarse se integran a los muros de contención delimitando áreas de reunión de mayor o menor apertura.

Las sombras
Parte de la estructura metálica de los galpones preexistentes, despojada de la cubierta original, distribuye nuevas zonas de sombra que al superponerse con el tratamiento diferencial del nivel “0” propone distintas formas de ocupación del espacio público. A su vez la estructura funciona como un mediador entre la escala abierta del espacio de la plaza y la gran altura de las torres sobre Sanchez de Loria.
Un sistema de bastidores revestidos con malla electrosoldada se intercalan entre las cabriadas siguiendo sus diagonales para densificar la sombra y sostener enredaderas.

Las actividades
Dada la estructura general de este espacio abierto que se repliega, diversas actividades propias de la escala barrial pueden darse simultáneamente sin interferirse.
El lado Sur de la plaza, con el anfiteatro como centro, admite mayor aglomeración de gente para eventos multitudinarios, funcionando como punto cúlmine del corredor que une la Plaza Boedo con la Plaza Martín Fierro a lo largo de la diagonal Oruro. Entendiendo que una gran cantidad de centros culturales, entre los principales el Julián Centella, podrían organizar actividades al aire libre en este sector, es que se destina mayor superficie de pavimento en las inmediaciones del edificio a reciclar donde se organiza también un sistema de puestos de feria con fines múltiples.
El lado Norte de la plaza, en su encuentro con la medianera existente, se destina al sector de niños, mientras que en parte del perímetro exterior Norte y Este de la plaza se definen pequeños sectores resguardados para disponer de lugares tranquilos de descanso.

Los verdes
Leves cambios de nivel y de planos definen las distintas superficies “verdes” pensadas como áreas de total accesibilidad delimitadas por muros bajos de hormigón a modo de parterres. Estos parterres son el recurso que permite transformar los casi 10.000m2 de pavimento preexistente en superficie absorbente reduciendo el impacto de su demolición.
Árboles, trepadoras, arbustos y distintas especies de flores conviven en estos contenedores verdes que conforman un sistema compositivo “orgánico” definido por las distintas densidades, tonalidades, perfumes, texturas, temporalidades.